La serie de Movistar La Canción
Verdades a medias, olvidos e intencionalidad política.
Hemos visto la miniserie La canción que ha producido Movistar con el tema de nuestro «La, la, la» y, admitiendo que está bien dirigida, con acertado despliegue de medios y con estupendos actores, hemos de mostrar nuestro desacuerdo sobre la trama. La canción es una buena serie, felicidades, pero la historia no tiene nada que ver con cómo se desarrollaron los hechos, y podemos decir eso porque lo vivimos en primera, primerísima, persona, al ser los autores y compositores de la canción. Ya nos avisaron, al pedirnos permiso para utilizar el «La, la, la», que iba a ser una FICCIÓN sobre un tema real. Y bien que lo es. Pero hay cosas que no se pueden soslayar.
En primer lugar. Sin canción, (sin NUESTRA canción), no habría tema: ni TVE la hubiera elegido en un concurso, ni Serrat se hubiera involucrado, ni Massiel la hubiera cantado, ni por supuesto hubiéramos ganado el Festival de Eurovisión para España y mucho menos se hubiera producido La canción. Sin nuestra aportación nada de esto hubiera existido, y es preciso remarcarlo.
Por eso consideramos muy injusto el trato que se nos ha dado, ya que somos parte imprescindible de la historia. El halo que deja la serie es el de que alguien compuso algo: muchas gracias. Se ha cancelado a los autores: no existimos, aparte de una mención retrospectiva —esa sí, real—, de José Luis Uribarri. Aparecemos de soslayo, pese a haber sido también protagonistas de esa pequeña gran gesta, esa aventura que supuso ganar Eurovisión cuando España pintaba más bien poco en Europa y en el mundo.
Ya en el primer fotograma aparece Franco, lo cual es sospechoso. El que fuera una orden de Franco que había que cumplir, que es lo que parece en la serie, engaña y mancilla la verdad añadiendo intención política donde no la hubo. ¿Y cuál es el problema? Que las personas que la han visto dan o darán por bueno todo lo que allí, en La canción, se cuenta, porque hemos dejado de cuestionar casi todo lo que sale y vemos en la caja tonta. Veamos.
Franco gobernaba España, pero en la vida hubiera bajado al mundo terrenal de exigir que se ganara Eurovisión en 1968. A priori es una temeridad dar una orden como esa, imposible de cumplir. Y, desde ahí, es fácil seguir el guion, la trama: todo es un complot del Estado, con Franco en la cúspide para conseguir ganar Eurovisión al precio que sea: nada más importa. Por eso, nuestra presencia en la serie molestaba al guion, así que fuera.
Pero ese orillamiento produce un efecto indeseado: ¿de dónde sale la canción en la serie?, ¿cuándo nace y cómo?, ¿quién la ha compuesto? No se dice, no se habla de ello, como si hubiera caído del cielo o la hubiera compuesto Franco. Si algo real molesta a la historia, se elimina, y asunto concluido. Eso es de una ridiculez inadmisible.
En la serie, no se sabe tampoco del porqué es esa canción y no otra la elegida. Puede ser porque, si aparecemos nosotros, tenemos que contar cómo fue, ganadora en un concurso previo, etcétera, y entonces el guion de esa conspiración ya no cuela y el bueno de Patrick Criado se hubiera quedado sin trabajo, ya que su personaje jamás existió en la vida real. Y, sin ese personaje, la serie sería otra.
Hay también en el guion unos diálogos con poco respeto en los que Serrat corrige a varios actores: cada vez que lo llaman Juan, él exige que lo llamen Joan, en catalán. Eso, jamás de los jamases lo hubiera dicho él, pero es parte del tufillo político que destila el guion.
Y, finalmente, algo importante. En aquel tiempo, el Festival de Eurovisión era un festival de canciones. Curioso el detalle, ya que últimamente, y cada vez más, parece un concurso de fuegos artificiales en el que la canción pasa a un segundo plano. Pero, en 1968, los ganadores del festival eran, fueron los autores, que salieron a recibir la medalla correspondiente, cosa que los genios del guion han obviado deliberadamente. Una serie puede ser ficción, pero, si está basada en hechos reales, hay que poner lo que hay que poner.
Felicitar, una vez más, y dar las gracias a Massiel, que defendió la canción con una fuerza y coraje como sólo ella pudo hacerlo, bastante bien imitada, por cierto, por Carolina Yuste en la serie.
Manuel de la Calva y Ramón Arcusa, autores, entre otras, del «La, la, la»




